jueves, 1 de noviembre de 2007

Mujeres

Pensar en las mujeres equivale a pensar en el mañana. O en el futuro. En lo impredecible. Los hombres no las entendemos, y en vez de intentarlo, nos jactamos de la imposibilidad del asunto. “¿Quién las entiende?” Nadie...si no se intenta. Pero para entenderlas hay que mimarlas, hay que admirarlas, hay que observarlas. Mirarlas con deseo, sexual e intelectual. Nada más sexy que una mujer inteligente, segura de sí misma. Las reconoces en la calle: caminan elevadas por sus zapatos, dirigen la mirada a todo, te devuelven la mirada, retándote a retirarla. Conservan lo femenino en su seguridad. Te miran y aseguran su dominio, pero sin arrogancia. Sí, su dominio. Los hombres pensamos en las mujeres todo el tiempo. Pensamos en nuestras madres, nuestras esposas, nuestras amantes. Pensamos en la secretaria, la enfermera, la criada, la maestra. En la presidenta, en la jefa, en la gobernadora. Bellas, todas bellas. Aceptan un cumplido con una sonrisa pícara, y a veces con un poco de colorido en las mejillas. Bellas, todas bellas. Todas tienen algo bello. Que si los ojos, que si los labios, que si las mejillas. Que si el dedo gordo del pie. Todas tienen belleza física. Que si la lealtad, que si la seguridad, que si la fortaleza. Todas tienen belleza emocional. Que son maestras, enfermeras, administradoras, abogadas, doctoras. Todas tienen belleza intelectual.
Pero para mí, y para mi padre (y por lo tanto, para mí) lo más bello son las piernas.

1 comentario:

Evelyn Cermeño dijo...

Creo que es importante no concentrarse tanto en las diferencias. Que si las mujeres son así... que si los hombres...

Lo mismo te podría decir una mujer, que a los hombres hay que ... entenderlos... bla bla.

Esto es una de las cosas (entre tantas) que ha reforzado el machismo, sobre todo en latinoamérica.

Y bueno, si, las preferencias físicas son muy importantes, pero cuando hay química y amor, eso poco importa.