sábado, 5 de diciembre de 2009

Hibernación



Manejaba esta mañana hacia el hospital, una mañana típica de invierno, todavía oscuro como una cueva a las siete de la mañana, el frío comenzando a rehacer el peluquín de los árboles y el pronóstico de la primera nevada de la temporada en la radio. El meteorólogo sonaba alegre, como si esperara la nieve con gozo y anticipación.

En mi mente identifiqué otra de las características de mis inviernos: mis pensamientos fluían en inglés. Recuerdo la frase de Joseph Brodsky, en la que indica que para un escritor, el exilio es un evento lingüístico; recuerdo la aseveración de Julia Álvarez de que el inglés se convirtió en un espacio de salvación y de sustento para su vida des-territorializada.

El fluir de mis pensamientos en inglés implica una especie de hibernación lingüística, despojarme de una piel suave, tibia y fresca que disfruta los arrullos alisios del Caribe, para revestirme de una piel caliente, peluda, sudorosa, que me protege de las inclemencias del frío.

Ocurre todos los años, esta hibernación del español y el renacer del inglés, aunque pienso que tal vez tenga que ver con la sed por la cultura. Generalmente viajo a Puerto Rico en la primavera, lo cual me da una infusión de vida caribeña que dura varios meses, hasta el invierno, cuando comienza la sed de nuevo, sólo que para entonces, los reclamos son en la lengua de Hemingway.

Very well, obedeceré por el momento al biologismo literario.

But I think, que de vez en cuando, el oso español asomará la nariz buscando el olor a mofongo.

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