viernes, 4 de abril de 2008

Martin Luther King, Jr.



Hoy se celebran los cuarenta años del asesinato de Martin Luther King, Jr. Este paladín de los derechos humanos falleció de la misma manera que muchos otros han muerto: a causa de la cobardía imprudente del plomo detonado a distancia.
Los años pasan, y todavía vivimos en una sociedad polarizada por raza, por clase social y económica, unos más ciudadanos que otros. Se rumora de la permanencia renuente de resentimientos entre negros e hispanos, entre blancos ante todos, de puertorriqueños ante estadounidenses, de estadounidenses ante el mundo. Se rumora que estos resentimientos, tatuados en la carne por la Historia, nunca dejarán de existir. Nunca, piensan, se logrará el ideal promulgado por King, por Ghandi, por el Dalai Lama, por otros: paz, igualdad, justicia.
Tal vez, tal vez. Pero quejarse por quejarse no vale la pena. Las palabras, como me recuerda una compañera colombiana, tienen que ser llevadas a la acción. Así sea por la cuestión colonial de Puerto Rico, o por las injusticias cometidas por los chinos en Tibet, o por la vigilia angustiosa de los rehenes colombianos en las selvas controladas por las FARC, las palabras pueden ser llevadas por el viento, y destilarse entre la humareda mañanera de la nostalgia, o pasearse como la esperanza de la primavera, y sembrar en nuestras mentes el germen furtivo de la esperanza y la acción.
El vídeo del famoso discurso de King dura unos 18 minutos. Gastamos más tiempo buscando un programa analgésico en los quinientos canales de televisión. Vivan la Historia, vivan esas palabras tan repetidas. Escuchen el original: a veces el eco de unos versos esconden la magnificencia de su origen.
Y si al final del discurso tienen que secarse una lágrima furtiva…bienvenidos. Yo tuve que hacer lo mismo.

3 comentarios:

rm.pittenger dijo...

Bravo, Ruben! Este "post" me recuerda de unas palabras tremendamente inspiradoras de Gandhi: "We must be the change we wish to see in the world." Parece facil, pero no lo es a veces, especialmente con las vidas hiperactivas que llevamos hoy en dia. Sin embargo, creo que cada uno de nosotros, aprovechando de nuestros talentos como estudiantes, medicos, activistas, etc, tenemos la responsibilidad de, por lo menos, plantar semillas, influir en las vidas de los demas y dar ejemplo a traves de nuestro contacto directo con los demas. Creer de verdad que otro mundo es posible puede cambiar el mundo, y nosotros tenemos el poder y el deber de difundir esta creencia a traves de la palabra escrita. Te felicito, amigo. Bien hecho. :)

Anónimo dijo...

Wow! Increíble, pero nunca había escuchado el discurso completo. He quedado sin palabras. Gracias por recordarme que todavía queda mucho por hacer.

Enid

Rubén Javier Nazario dijo...

¡Gracias!
Rebecca: tienes razón. más fuego para el debate de si la literatura (o el arte) tiene algún propósito. Creo que sí, hay que tratar de mejorar al mundo, poco a poco, con nuestras acciones del diario vivir.

Enid: El primer paso es ese, darnos cuenta de lo mucho que falta por hacer.