sábado, 22 de diciembre de 2007

¿Que cómo escribo?



Si alguien me pregunta que cómo escribo, la respuesta irá acompañada con una sonrisa nerviosa. Admiro a todos aquellos que confiesan escribir todos los días, a las mismas horas, no importa que truene, relampaguee, o se vaya la luz. Porque soy culpable de una obstinada indisciplina literaria. En ese sentido escribo como cocino.
Soy un escritor inspirativo, de esos que en el momento menos pensado, piensan (o se les asoma al pensamiento, que no es lo mismo) una idea, una imagen, un conjuro. Generalmente es en momentos inadecuados, difíciles o bochornosos: en el carro, en el medio del tapón, sin papel, bolígrafo, lápiz o grabadora; mientras estoy haciendo ejercicio; o en medio de una ducha. Como ahora, que acabo de salir corriendo del baño para escribir esto (calma, calma, pornográficos todos, que me vestí antes de sentarme aquí frente al monitor). A veces se me enciende el bombillo leyendo a otros autores. Es como si un botón se prendiera, una idea se mostrara cónsona ante mis ojos, y de repente entro en calor, y tengo que escribir. En lo de leer a otros autores, no es cuestión de plagio ni de imitación. Es más bien que el estilo de uno despierta el ritmo del otro, algo así como los encantadores de cobras de la India.
Sinceramente escribo con mucho miedo. No el miedo a la página en blanco que tantos escritores describen, sino el miedo a no poder terminar. Tal vez por eso prefiero escribir cuentos: la brevedad potente del cuento permite que lo incompleto finja ser la consecuencia final del acto de ficción. Cuando cocino, empiezo con pizcas de ingredientes, y voy añadiéndolos poco a poco para no pasarme de la sal, o del pique; de la misma manera escribo poco a poco, en brotes de energía, y guardando los pliegos electrónicos por algún tiempo, como esperando que la cocción pausada produzca un producto final sabroso. Así vuelvo luego de un tiempo, y reviso, y edito (soy mi peor crítico y editor) recomponiendo las líneas para conjugar mejor el sabor del guiso.
Generalmente los platos me quedan bien, se dejan comer sin necesidad de añadir sal o zantac, aunque no me puedo comparar con la ristra de mis familiares que son chefs, profesionales unos, amateurs los otros.
¿Entonces, qué es el blog?
Pues el aperitivo en lo que cocino el plato principal. Tú sabes, para no perder la paciencia.

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