jueves, 19 de noviembre de 2009

Esperando a Cocó (aka la musa)


Diálogo entre dos escritores



En el papel de Rubén Javier: Rubén Javier Nazario
En el papel de Carlos: Carlos Vázquez Cruz

Acto 1


Se alza el telón. El escenario está dividido en dos por una cortina de terciopelo negro. Al lado izquierdo de la cortina, Carlos está sentado en un escritorio, la luz del computador encendido empalidece su piel ya un poco blanqueada por el invierno nuyorquino. Al lado derecho, Rubén Javier, como imagen en el espejo, teclea palabras en su laptop, frente a una ventana desde donde se ve la aguja monolítica del monumento a Washington

Rubén Javier: Carlos, gracias por contactarme por FB. Quería preguntarte tu experiencia publicando con CBH, yo pensé publicar con ellos hace un tiempo, pero se me dió la oportunidad de publicar con Terranova. Mi último libro lo publiqué con Schiel and Denver, antes de que cambiaran su estrategia editorial.
Bueno, muchos saludos. Oye, avísame de actividades literarias allá, yo estoy viviendo en DC, así que se me hace fácil tirarme para allá..

Carlos: Hola, Rubén. Mi experiencia con CBH fue súper buena. La comunicación: excelente; la diligencia, ni hablar. De veras, son tremendos profesionales. Hablo como autor y como editor... dos egos muy peligrosos cuando convergen en un proyecto editorial.

No sabía de tu último libro. ¿Puedo conseguirlo por internet?

Pues, sí. Recibo anuncios a tutiplén y se me hace fácil avisarte de actividades literarias que se dan por acá, aunque me retraigo bastante. Puedes decirme si vienes y cuándo, para tomar un café o almorzar en algún sitio de la ciudad. Suelo encontrarme así con la gente. O sea, no soy antisocial, pero me disocio.

En resumen, si vienes a NY, por favor, házmelo saber.


RJ: Carlos, mi último libro de llama Julia y cuentos de invierno, lo consigues en Amazon o Barnes and Noble. Es una colección de cuentos. Te preguntaba porque la gestión editorial de este último grupo no fue la mejor, ellos son una editorial inglesa que quieren abrirse campo en otros idiomas, y creo que yo les llegué en el momento para hacer un experimento con el libro. La publicación fue buena, pero faltó algo en la edición, ciertas correcciones en cuanto a los renglones, las sangrías, las citas ,etc. Pero quería publicar estos cuentos, ya que los tenía ahí por mucho tiempo y ya era hora que salieran a la luz! Aparte que si no lo hago, no puedo seguir trabajando en lo próximo!


Mencionas tu labor como editor. ¿Trabajas también en una editorial?
En realidad lo que me ha decepcionado un poco de mi experiencia editorial es la fase publicitaria, a veces he tenido yo mismo de tomar riendas en ese asunto y hacer mi propia publicidad, algo que no sé si has tenido que luchar.

Bueno ,seguimos conversando. Si no te molesta, voy a poner un link a tu blog en el mío, loquesediceensilencio.blogspot.com

Un abrazo!!!

Carlos: Entiendo muy bien lo que dices en relación con la gestión editorial. Mis exigencias se deben a que realicé trabajos de edición para Harcourt International (ahora le pertenece a Houghton-Mifflin) y para la editorial Norma. Además, administré talleres de redacción para el Centro de Excelencia Académica de la UPR y he sido profesor de gramática. El año pasado, el grupo al que pertenezco (El Sótano 00931) comenzó el proyecto Sótano Editores, y el núcleo del trabajo de edición recae en mí. Así que ¡imagínate cómo me pongo de minucioso e insoportable! Los autores se encojonan, pero cuando ven el producto se dan cuenta a qué me refería... ¡qué lástima que hay que torturar tanto el hipotálamo -no comer, no dormir- hasta que llega la gratificación! Finalmente, a esto se suman las lecturas que realizo a compañeros de oficio -contadísimos, sí, porque no tengo casi tiempo-, pero quienes son mis "amigos del arrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrma". En cuanto a lo del enlace, no me molesta. He visitado tu blog varias veces. Sin embargo, adelanto que el mío ha quedado en el abandono por dedicarme a atender otras prioridades. Trataré de incluirle alguna novedad próximamente.

P.D.: Mirando por encimita nuestros mensajes, escribimos con cojones, ¿verdad?


RJ: jejeje! sí que escribimos con cojones!!!La verdad que me parece que tienes mucha experiencia editorial y en verdad eso es lo que extraño, un editor como los de antes, tú sabes, que acojan el texto y lo ayuden a crecer junto al escritor. Oye, esa imagen de la tortura al hipotálamo está buenísima!! A lo mejor la uso en un cuento así bien gótica!!! Comienzo estos días un taller de narrativa con el escritor chileno Roberto Brodsky, a ver cómo me va…

C: Tienes razón. Quizás por la añoranza del contacto tan cercano entre el editor y el lenguaje, me dedico a los proyectos tan profundamente. Obro a la antigua en ese sentido.

La dinámica del taller siempre resulta formidable, a mi juicio, por supuesto. Aunque escribir es tarea solitaria, las intermitencias de compartir la labor con otros provee resquicios a través de los cuales nos llega también la iluminación. La oportunidad de NYU me ha enriquecido mucho. ¡Amo a Diamela Eltit!

Gracias por ofrecer tu colaboración para con el proyecto editorial. Me parece brutal que, para empezar, trabajemos juntos la evaluación de un texto. Compartir impresiones plantea las estéticas desde las cuales escribimos y nos complementa como equipo de trabajo. Veremos qué se hace. "Colaborar con algo en el futuro"... me encantaría. Creo en los juntes.

RJ:Si, lei Lumperica hace un tiempo y me pareció fenomenal. Es algo con lo que me imagino tu también luchas, escribir desde el fondo, jugar con la literatura, sin importar el mercado. A veces pienso que la literatura, y sobre todo la ficción, está tan comercializada que inhibe mucho la creación literaria. Claro, el escribir es parte del coito que el escritor tiene con el lector (ya me fui por lo erótico!!) pero a veces uno tiene que agarrar al lector y enseñarle algo nuevo, y esa fue la impresión que me dio cuando leí Lumperica.

Lo que mencionas de la soledad del escritor es lo que más me afecta, como tal vez sepas yo vengo al mundo literario de afuera, pero siempre me he sentido mucho mejor en él, el problema es que no tengo un grupo de colegas escritores, por lo de vivir acá, etc. A veces pienso que no soy escritor puertorriqueño, sino escritor y punto. y me siento muy solo, claro, lo que en parte es aliciente a la escritura, pero siempre es bueno tener colegas con los que compartir el ímpetu creativo. En la academia siempre hablan de tener un mentor, es algo que probablemente uno encuentra como tú en maestrías de creación etc. y es lo que creo me hace falta...aunque, quién sabe, a lo mejor la fiereza en la literatura viene de la soledad. Mano, la verdad que escribir es como estar adicto al crack, no puedes vivir sin él, y te puede consumir...
Disculpa, trabajé anoche y estoy un poco alucinante!!!!

Anyway,me gustaría un montón evaluar un texto contigo, y por ahí seguir en este camino de los juntes!!!


(La próxima semana, Acto 2)

sábado, 7 de noviembre de 2009

Julia y cuentos de invierno




Disponible en Barnes&Noble, Amazon.com, y en la tienda de la editorial Schiel & Denver

Espejismo




Hace como un mes, me enteré a través del blog de la compañera Yolanda Arroyo Pizarro de un proyecto de Nuestra América Mestiza, la revista oficial de Letras de América, editorial de Osvaldo Torres Santiago. Osvaldo, poeta mayagüezano radicado en Nueva Jersey, trabajaba en la publicación de un volumen de poesía dedicado a Julia de Burgos y solicitaba trabajos creativos para inclusión en el libro.

Yo no soy poeta (he dicho que la poesía me da miedo, es como estar desnudo en medio de un parque de diversiones) pero sí tengo un cuento sobre nuestra poeta nacional, titulado “Julia”, que forma parte de mi más reciente libro, Julia y cuentos de invierno.

Así que, ni corto no perezoso, envié el cuento a Osvaldo. Lo que surgió de ahí fue una colaboración editorial, en la que Osvaldo y yo nos unimos a través de los pasadizos tecnológicos para finalizar este volumen. Pero más que el producto final, la experiencia me sirvió para conocer el trabajo poético de autores como Alfredo Villanueva Collado, Nidia (sólo Nidia), Ángeles Burgos, Fernando Luis Pérez Poza (“Soy la delirante embriaguez de una ola de fuego/que vertió toda su locura en el calendario”), Beatriz Amanda Santiago López (“Si yo fuera agua,/Tendría la fuerza de Julia en mi cuerpo,/Esa es el agua que no tengo"), Sheila Montalvo (“Estoy pegada en mil pedazos/hebras de lumbre cosen mi piel”), Ana Tere Rodríguez Lebrón (con un simpático e hilarante cuento acerca del entierro de su abuelo), y el propio Osvaldo Torres Santiago (“Mi río yace allí, donde se murió contigo”), entre otros. No, no son household names.

That’s the point.


El trabajo también me dio la esperanza de seguir escribiendo, sabiendo que donde quiera que la soledad de la escritura embargue el engranaje sico-afectivo del escritor, siempre habrá otros que como él o ella, quienes viven nutridos de la palabra. Literatura como kilocalorias. ¿Quién no quiere una dieta de eso?

El libro Espejismo, en homenaje a Julia de Burgos lo consiguen aquí.


sábado, 10 de octubre de 2009

Escritura esquisofrénica



Escucho pacientemente el podcast de uno de mis programas favoritos en la radio pública estadounidense, Speaking of Faith.

En este programa, la anfitriona, Krista Tippett, entrevista personalidades del mundo de la filosofía, literatura, teología, política, en conversaciones animadas acerca de la religión, de la fe, del significado y los misterios de la vida y el alma.

Esta mañana, ejercitando mis piernas en una isla vegetal en medio de la selva de concreto de los suburbios de Washington DC, escuché a Krista entrevistar a Eckhart Tolle, filósofo, gurú, espiritualista, escritor, no sé, la definición de lo que es no es tan importante como lo que dice.

Trolle, en sus libros El poder de ahora y Una nueva tierra, enarbola una filosofía de vida que ahora tiene millones de adherentes. Hablaba en el programa de su caída en una depresión cuando tenía casi treinta años, y la epifanía que descubrió cuando hizo la observación “no puedo vivir conmigo mismo”. En esa aseveración descubrió la dualidad de la persona, el uno que no puede vivir con el otro dentro de sí mismo.

Pero lo que más me llamó la atención fue su declaración de que la negatividad y el estrés en que vivimos tiene que ver con la vivencia en el pasado o en el futuro. En otras palabras, la ansiedad de la vida moderna tiene que ver con las expectativas del futuro y la historia pasada, y para aminorar estos efectos es necesario mantener una relación coherente y vital con el presente que nos rodea.

Debo aceptar que cuando la plática toma este rumbo un poco, digamos, “neohippie”, mis fuerzas creativas e intelectuales se rebelan y siento la tentación de cambiar de canal. Pero lo que decía el hombre tiene sentido, y lo apliqué a mi vida intelectual.

A ver: el escritor encuentra placer en la escritura, en la acción creativa. Con ésta, el escritor encuentra cierta sintonía con su momento presente, aunque en la obra creada se viertan las experiencias pasadas o los deseos futuros. En el acto de escribir, se encuentra una paz influenciada por el balance creativo entre la idea y la palabra, entre la creación neuronal de la idea y la imagen y la concretización de estos en el papel.

Para el autor, el momento creativo termina con una pausa. Entonces comienza la ansiedad. ¿Cómo aminorarla? Viviendo en el presente creativo, impartiendo en la página la verdad de la literatura, es decir, la verdad de las palabras, es decir, ser fiel, sincero y auténtico con el yo otro del que hablaba Trolle, con el que no se puede vivir.

Yo tampoco puedo vivir conmigo mismo. Por eso escribo, para poder vivir mejor con él. Escribir es un simple acto de cohabitación.

viernes, 2 de octubre de 2009

iPoem



Write with joy.

Write with abandon, thirsty for

words and inflections, eager to please the weakness of the soul.

People say the soul gets lost in the complicated crevices of
life.

I say it gets abandoned by our daily promiscuity:

our
chores and responsibilities to the world, not the self.


I write in the present, and in my self.

Not in the third person
of narrative, but in my own voice, in the "I",

with no ghost
writer.

Why not?

A story born from within should be told (or
torn) from within.

It is always less messy.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Censura de libros en Puerto Rico




Hace un tiempo (no tanto como veremos) el escritor Ray Bradbury escribió “Hay peores cosas que quemar libros, una de ellas es no leerlos.” Aludía a la censura, ese instrumento aséptico que utilizan organismos políticos para determinar, de manera subjetiva, qué se puede leer, ver, comer, tomar, pensar.

Aunque su libro “Fahrenheit 451” puede ser considerado una crítica a la ubicuidad de los medios de comunicación electrónicos, la imagen permanente de la novela es la quema sistemática de libros, los cuales son elementos de pensamiento “peligrosos” por la libertad imaginativa con la que el lector establece un dialogo de ideas y de imágenes con el escritor, un diálogo en el que la condición primordial es el usar el cerebro, no el mirar imágenes predigeridas para el consumo fácil.

Aunque ha pasado un tiempo desde la publicación de este libro, los temas de censura continúan dando de que hablar. Los chinos son atacados constantemente por el monitoreo electrónico de las computadoras de sus habitantes; los iraníes mantienen un régimen de autenticidad dudosa, tratando de subyugar las protestas de miles de sus ciudadanos; los afganos todavía no conocen el resultado de sus elecciones por la simple razón de que millones de votos falsos han usurpado la voluntad del pueblo.

Estos elementos de censura institucional no empiezan de esta manera. Comienzan como los viruses, infligiendo su daño en escalas menores, a nivel microscópico, para poco a poco debilitar el sistema. La censura comienza de manera subrepticia, y mientras más temprano se confronte, menos daño causa.

Lo cual me trae al tema de la censura en Puerto Rico. Recientemente, el Departamento de Educación decidió eliminar cinco libros del currículo de español de las escuelas públicas del país, identificándolos como textos de materia “inapropiada” para los estudiantes. Este movimiento de censura es intermitente, toma fuerzas, descansa, y saca la cabeza de vez en cuando. En Estados Unidos, la lista de libros que frecuentemente son atacados y amenazados incluyen obras de autores tan diversos como Toni Morrison y J.K Rowling, Maya Angelu y Henry Miller.

Como padre, puedo entender que los educadores sientan la necesidad de no exponer estudiantes a textos que no puedan entender o malinterpretar. Pero como educador, entiendo que esa es exactamente mi misión: ayudar a los estudiantes a entender los temas de importancia para su nivel educativo, mostrando diferentes perspectivas, diferentes atisbos imaginativos a aquello que llamamos cultura. Como escritor, entiendo que, aquello que llamamos “inapropiado” para los alumnos prontamente puede ser llamado “inapropiado” para todo el mundo. Así comienza la infección del virus de la censura.

Los organismos gubernamentales, cualquiera que sean, deben proteger a sus ciudadanos de los peligros de otro tipo: la falta de servicios sociales adecuados, la falta de seguridad económica, la deficiencia en los servicios de salud, y sobre todo, la ignorancia. La censura es una simple manifestación de la ignorancia, y de la arrogancia de los gobiernos que pretenden controlar los mecanismos de análisis y pensamiento. La ignorancia es la clave del éxito de los gobiernos.

Ya los compañeros escritores del patio han manifestado su oposición a la acción del Departamento de Educación, acción que aparentemente será revocada gracias a la presión y la denuncia. Pero la batalla no puede menguar la guerra. Es menester de escritores, educadores, periodistas, políticos, padres, toda la ciudadanía, estar alerta ante los intentos de gobiernos, organizaciones e instituciones, de vedar la libre expresión y censurar el libre pensamiento. Es nuestro deber combatir la ignorancia y, como en la novela de Bradbury, velar porque los libros no sean quemados y, más importante aun, estimular a que sean leídos.

Porque la libertad de expresión es la más fácil de invocar, y la que más arriesgamos perder.