jueves, 26 de junio de 2008

La lectura sensual (sensorial)



Se han escrito muchas teorías de la novela. Bakhtin, Sartre, Kundera, Barthes, por nombrar unos pocos. Siempre encuentro la misma dicotomía entre el autor y el lector, porque aunque la presencia del libro asemeje la relación a un ménage à trois, el libro es en realidad el instrumento de placer entre ambos. La lectura de la novela es un fetichismo, acción del peeping tom, o del voyeur.

Leer una novela es atisbar a lo prohibido. Con el permiso del autor, lo prohibido se disemina al lector. El consentimiento ante esta transacción constituye el ménage à trois.

Por lo que la novela (o el trabajo de ficción en general, pero más apropiado para la novela, por su extensión y diversidad de personajes) es un látigo, o una muñeca inflable, o unas esposas de metal brillante: el juguetito de un extraño fetichismo que causa placer. Sartre escribió que el prosista es utilitario, que “hace uso de las palabras”.

Que mejor uso que el causar placer…

Ya Barthes estableció que la lectura es sensual. Escribió “El texto que usted escribe debe probarme que me desea”. Entonces en la dupla sensual autor/lector, el autor es el que instiga, el que seduce, el que soba la nuca, besa el cuello, y nos ofrece el texto como vino, como afrodisíaco.

¿Entonces, el escritor sólo escribe para causar placer?

Recordemos que el órgano más importante de la relación sexual es el cerebro. El autor activa la bioquímica cerebral con su ataque literario a los sentidos.

La mejor experiencia por tanto es la lectura en Braille. La ceguera crea una tábula rasa imaginaria. La visión abruma los otros sentidos; la ceguera los agudiza. (La variedad de escritos que bregan con la ceguera es enorme: desde Homero el ciego, autor de la Odisea; hasta El ensayo sobre la ceguera de Saramago). La ceguera recalibra los sentidos, incluyendo el del tacto. La lectura Braille es por tanto doblemente sensual: los dedos recorren las llagas punteadas de las letras, avivando con su aspereza, azuzando a la mente. En otras palabras, leyendo.

Para practicar: una venda cubriendo los ojos.

¡Interprétenlo como quieran!

viernes, 20 de junio de 2008


Acabo de leer La insoportable levedad del ser de Milan Kundera.

Una novela, cuatro personajes.
La conexión entre los personajes es importante, pero no por el simple hecho de que están conectados.
Los personajes se enfrentan a ellos mismos, a su imagen en el espejo, y cuestionan, y dudan.

Idea clave: “La vida humana acontece sólo una vez y por eso nunca podremos averiguar cuáles de nuestras decisiones fueron correctas y cuáles fueron incorrectas... Einmal ist keinmal. Lo que sólo ocurre una vez es como si no hubiera ocurrido.”

La vida no se ensaya. No hay remedio para lo que hacemos, no podemos ensayar nuestras decisiones. No las podemos borrar. Las podemos examinar, y angustiarnos por lo hecho. Pero ¿vale la pena? ¿Es positivo vivir con esa carga? Es el problema existencial de la novela: las decisiones no se ensayan, no importan, por lo que la levedad de su esencia nos parece insoportable.

Pregunta incesante. La vida, ¿levedad o carga? ¿Cuál es positiva, cual negativa?
“Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso negativo.”

El otro extremo, la levedad. Podemos vivir tan alejados del suelo, que podemos perder perspectiva de todo.

Mi punto medio. Vivir al ras del suelo. Un poco de perspectiva, un poco de contacto con la realidad. Reconocer que la vida no se ensaya, pero no paralizarnos ante esa realidad.
Veo en esa levedad una liberación. No angustiarse ante las decisiones, sino aprender de ellas. No hay ensayo, pero las circunstancias se repiten con similitud. Aprender.

Kundera habla de muchas cosas en esta novela, que algunos llamarán “filosófica”, aunque yo la llame una novela como debe ser, que toca los problemas filosóficos (en otras palabras, que escribe acerca de la vida…la palabra filosofía significa “amor a la sabiduría”). Uno de los temas es las relaciones humanas. Y sobre todo, el amor.

Escribe Kundera:
“Ya dije que las metáforas son peligrosas. El amor empieza por una metáfora. Dicho de otro modo: el amor empieza en el momento en que una mujer inscribe su primera palabra en nuestra memoria poética.”

¡Salud!

jueves, 12 de junio de 2008

Taíno


Esta mañana leí con mucho interés el blog de Rebbecca Pittenger, una compañera escritora que está estudiando en Uruguay. En su más reciente comentario, Rebbecca habla de la intemporalidad de América Latina, esa extraña conjunción del pasado y el futuro en nuestra región. Es una característica de este siglo, lo que algunos llaman posmoderno; lo que yo llamo simple continuación de la modernidad (citando a Habermas, por supuesto). En realidad, este es el siglo cuando los países “en vías de desarrollo” (sin comentarios en cuanto a la arrogancia de este término y de otros como “Tercer Mundo”) finalmente alcanzan el nivel económico y tecnológico necesario para escapar del rezago impuesto por los imperios coloniales de otras épocas.

Yo reviví esta intemporalidad en mi último viaje a Puerto Rico. Aparte de lo de siempre, es decir, de que siempre dicen que las cosas están malas, pero el mall más grande del Caribe, Plaza Las Américas, siempre está lleno de gente (aunque se argumente que es para escapar del calor), me sorprendió la cantidad de gente hablando inglés en la calle. Cierto que siempre hay turistas, y que una estadística reciente menciona que hay más puertorriqueños y descendientes de puertorriqueños en los Estados Unidos continentales que en la isla misma. Pero los puertorriqueños siempre nos hemos aferrado con garras y dientes a los elementos culturales que nos distinguen como boricuas. Y aunque mis hermanos latinoamericanos a veces se quejan de que nuestro español es un poco raro (“muy rápido” “mezclao” “creolizado” “spanglish”, etc.) el idioma es parte de nuestra herencia y de nuestra identidad.

No pretendo denegar de los miles de puertorriqueños que no hablan español, porque uno es de donde se siente que es, sin importar el idioma. El bilingualismo (palabra de uso común, aunque no esté en el Diccionario de la Real Academia) siempre ha sido una de las ventajas que los puertorriqueños tenemos en el mercado internacional.

Queda la pregunta:¿ha llegado la hora en que el idioma debe quedar fuera del proceso político puertorriqueño? ¿Es el idioma tan importante en la definición de nación? ¿Cómo establecen una identidad nacional los países que reconocen y hablan diferentes idiomas y dialectos dentro de su territorio? Total, ¿no son los idiomas modernos los más obvios remanentes de los imperios de antaño? ¿No deberíamos los puertorriqueños resucitar el idioma taíno como idioma nacional?

Lo otro que me sorprendió no me debió sorprender: el uso del discurso nacionalista como perorata atávica, sobre todo cuando los gobernantes lo necesitan para distraer al pueblo de sus fechorías.

Nada nuevo.
Seguimos en la intemporalidad. Y en la nostalgia. Vean el comentario hermoso de Boricua en Texas, lleno de nostalgia por ese terruño que los que vivimos acá extrañamos tanto...

jueves, 5 de junio de 2008

Relatos en Letralia



Letralia, la revista de los escritores hispanoamericanos en internet, ha publicado en su más reciente edición dos de mis cuentos. Aquí esta el enlace.

Por qué Obama no debe escoger a Clinton como su compañera de papeleta



Antes de que Barack Obama capturara la nominación para la presidencia por el Partido Demócrata esta semana, se mencionaba el nombre de Hillary Clinton como posible candidata a la vicepresidencia. Unos aseguran que la combinación Obama-Clinton en la papeleta electoral es la clave indiscutible de un triunfo abrumador en noviembre.

Pienso que incluir a Hillary como candidata a la vicepresidencia es un error.

Barack Obama surgió de la nada en esta campaña electoral por una razón muy sencilla: el electorado quiere un cambio significativo en la política de este país. Luego de los escándalos presidenciales de Bill Clinton y los engaños bélicos de George W. Bush, luego de la crisis en el mercado de hipotecas y la crisis energética que enfrentamos, luego de que el respaldo emotivo del mundo ante los ataques del once de septiembre se desvaneciera ante la arrogancia y xenofobia de la administración actual, la mayoría del electorado estadounidense quiere cruzar la calle y desatenderse del pasado. La gente quiere una visión nueva, nuevas esperanzas, una vida nueva.

El mundo sigue dando vueltas, y los Estados Unidos están estancados.
No hace mucho, los Estados Unidos era el país líder del mundo. Aunque siempre tuviera ataques de esquizofrenia en cuanto a su política exterior (recordemos a Chile, Nicaragua, la República Dominicana, Puerto Rico, Colombia) hay que aceptar que este país representa un experimento nunca antes visto: una nación creada como refugio de la intolerancia religiosa; un crisol de razas, religiones, clases sociales, en el que supuestamente todos, TODOS, pueden prosperar.

No se preocupen. Reconozco que el American Dream es pura patraña. Pero nada cuesta soñar.

Y soñar es lo que ofrece Obama. Por su historia, por sus palabras, por sus acciones, Obama parece ofrecer una alternativa, la posibilidad de que la patraña sea realidad, de que este rompecabezas nacional sea en realidad la tierra donde todos, TODOS, podamos alcanzar nuestras aspiraciones y metas.

Para esto, hace falta mucho, MUCHO, trabajo. Hace falta un cambio radical en la propuesta nacional de este país.

Este país necesita humildad, necesita reconocer que el futuro no es de un sólo país como líder, al que el resto del mundo sigue obedientemente. El futuro es de las confederaciones, de las uniones, del liderazgo comunal, del liderazgo no por mandato sino por consenso.

Obama representa esto y mucho más.

Hillary Clinton es una mujer extraordinaria. Sobrevivió la presidencia de su marido (la derrota pública de su propuesta para mejora el sistema de salud, la humillación pública ante el escándalo Lewinski) para establecerse en el Senado, en donde ha prosperado, en donde es respetada y admirada, en donde emergió como una mujer de acción y palabra y arrojo y de un intelecto incuestionable.

Pero Hillary no está hecha para ser número dos de nadie. Hillary funciona en el Senado porque su jefe es el electorado neoyorquino, a quien tiene que rendir cuentas cada seis años. Hillary funciona en el Senado porque es hábil en el manejo de sus reglas tan complicadas y arcanas. Hillary funciona en el Senado porque se metió en el All Boys Club y los maneja como quiere, con eficiencia, hasta con gusto.

Hillary funciona en el Senado porque es parte del juego institucional.
No podemos ser tan inocentes para pensar que Obama cambiará las reglas del juego de un zarpazo. Obama se enfrentará a instituciones y organizaciones interesadas en mantener el jueguito de cabilderos, barrilitos de tocino, donaciones millonarias, contratos millonarios, todos los intereses pecuniarios que hacen que la mayoría del electorado aborrezca el proceso político.
Es por esta razón que muchos piensan que Hillary puede ayudar a Obama. Ella conoce el jueguito mejor que nadie, y lo puede ayudar en esa lucha.
Pero nadie desmantela un sistema tan complejo con las mismas reglas que le dan su poder.

Hillary no entiende esto. Obama sí.

Dejen a Hillary en el Senado. Allí lo puede ayudar más, si es que es cierto que quiere un cambio radical en la política estadounidense. Déjenla en el Senado, donde puede ayudar en la lucha por obtener el seguro médico universal, por terminar la guerra en Irak, por establecer nuevas reglas para donaciones y cabilderos. Hillary puede ayudar más en el Capitolio que en la Casa Blanca. Allí, y no en la Casa Blanca, será la aliada más importante del Presidente Obama.

lunes, 2 de junio de 2008

La soberbia venganza del verbo en Borders de San Juan

Fue una noche inolvidable. Elidio Latorre Lagares y Anaivelisse Feliciano, de Terranova Editores, organizaron una tremenda presentación de mi libro, en Borders de Plaza las Américas, en San Juan, Puerto Rico. La escritora Yolanda Arroyo Pizarro nos regaló un ensayo excepcional acerca de mis cuentos, palabras que no deben quedar engavetadas, pues es un ensayo de construcción clara y completa, y de un análisis profundo.

Para mí fue un honor. Gracias a todos.









Perspectiva

Uno de los beneficios de trabajar en un hospital de niños son los pacientes.
Cada vez que veo un niño con cáncer o alguna otra enfermedad, jugando, sonriendo, siendo un niño o niña a pesar de los problemas de salud que tenga, comprendo que mis problemas, preocupaciones, dudas, sobresaltos, angustias, no se comparan a su sufrimiento. Y con todo y eso, ellos disfrutan de los juegos, de los libros, de la vida que tienen, aunque esté amenazada por los cabildos de la muerte.
Los niños se enfrentan a sus problemas con el espíritu de la inocencia.
¿Por qué los adultos no podemos hacer lo mismo?

Retorno

De vuelta.
Al trabajo, sí, al disfraz, lo que me da para comprar las habichuelas.
De vuelta a Disney, luego de una semana en Macondo. De vuelta a la injerencia pecuniaria del ser, dejando la ingenia maravillosa de la creación. Sí: acá se consume, allá se ingenia.
No es tan malo, dirán.
Pero ¿cuánto tiempo más seguiré escondido bajo el antifaz?
¿Tendré que esperar a la Loto?

Seguimos escribiendo, disfrazado…aunque las palabras no lo están…